Diosas de ébano para Cuentos negros de Cuba de Lydia Cabrera

  1. SÁNCHEZ MORALES, Mª GORETTI
Dirigida por:
  1. Ángeles Mateo del Pino Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

Fecha de defensa: 06 de febrero de 2016

Tribunal:
  1. María Angélica Semilla Durán Presidente/a
  2. Alicia Llarena González Secretario/a
  3. Adriana I. Churampi Ramírez Vocal
  4. Néstor Ponce Vocal
  5. Arturo Delgado Cabrera Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

El desarrollo cultural y social de la Cuba contemporánea no está marcado sólo por el escalonado éxodo de cubanos que acabaron desertando de la Revolución de Castro y marcharon de la isla a mediados de los cincuenta, la coincidencia de identidad trasplantada comenzó a perfilarse cinco siglos antes. Los anhelos traídos de la Nueva España transformaron la Cuba indígena en un destino obligado para quienes sufrieron el yugo, el traslado forzoso de la trata negrera africana. A pesar del estigma que provoca en las personas afrocubanas episodios tan cruentos de la Historia como este, quedó algo para la esperanza: un enorme trasvase cultural que enriquece más que debilita y se convierte en productividad enriquecedora, en una estrategia capaz de difuminar las secuelas de la desesperación. Sin este interesantísimo fenómeno cultural que se conoce como transculturación, un término acuñado por el antropólogo cubano Fernando Ortiz (1881-1969), sin esa hibridez tan presente en algunas de las celebraciones sagradas y espirituales cubanas y, por otro lado, sin la influencia del imaginario sobrenatural de la cosmología yoruba en la isla, no podríamos concebir este trabajo que pretende visibilizar las huellas mágicas africanas que dejan, a su paso, las mujeres protagonistas de la obra Cuentos Negros de Cuba (1936), de la autora cubana Lydia Cabrera. En palabras de Rosario Hiriart, una de las primeras investigadoras de la trayectoria cabreriana, Lydia es el ejemplo vivo de una escritora clásica de la historia cultural cubana –dentro y fuera de la isla-, quien escribe obras de auténtico análisis sociológico (Hiriart 1989:16). Para afrontar esta tesis doctoral, nos ceñiremos a la opinión que hemos logrado reunir sobre Cuentos Negros de Cuba sabiendo que aún quedará mucho océano por otear en sus resonancias y recordando que Lydia Cabrera es autora prolija de un sinnúmero de obras críticas etnográficas y de variados estudios a cerca de las creencias religiosas y la medicina de raíces africanas en la isla de Cuba. Por otro lado, que Lydia Cabrera continúe la trayectoria que ya había iniciado otras escritoras latinoamericanas deslizándose por el Parnaso del continente con sello propio, no es el único enfoque femenino que nos ha imantado hacia las páginas de Cuentos Negros de Cuba. Igualmente nos sumergen, en esas páginas, sus mujeres protagonistas, que no sólo explosionan de belleza y encanto, sino que sorprenden por astucia, inteligencia y alegría de vivir. La imagen que Lydia Cabrera ofrece de la mujer impone cabalmente su voluntad en los desenlaces de la narración y, como ha subrayado Odette Casamayor, dista mucho de aquella “que se funde bajo el sol de la existencia ordinaria, entres las tenazas éticas de la sociedad contemporánea” (2001: artíc. 2556). A pesar de que Lidia Cabrera nace en una época en la que el reconocimiento artístico y el protagonismo femenino en la escritura suponían una odisea. Cuentos Negros de Cuba destaca por la ficción, la mano femenina detrás de la ficción y el modo atrayente de reivindicar el acto de escribir sin exhibiciones combativas. Antes que nada, Lydia Cabrera fue artista: pintora. Cualidad que traslada a la escritura transformándola en un cosmos de palabras muy visual, un universo plagado de naturaleza, fuerza, magia, arco iris y negros. Nos interesa de Lydia prácticamente todos “sus aciertos”: ser escritora en época de varones; ser vanguardista; elegir una temática yoruba que había sido totalmente ajena para las letras cubanas anteriores; elevar el interés por los contenidos más folklóricos de la cultura, darles renombre y sacarlos del anonimato; rodearse de círculos artísticos tan influyentes, que hoy conforman a casi toda la pléyade precursora de artistas que destacaron en los movimientos artísticos contemporáneos. El propósito de Lydia Cabrera de enaltecer los orígenes yorubas, rescatar la tradición cultural de raíces africanas, dentro de un vasto fabulario “de ébano”, queda totalmente alejado del debate feminista sobre igualdad, ahora bien, consideramos meritorio que la escritora decidiera plasmas su talento artístico en medio de las castas negroides cubanas, tan vetadas a blancos y mujeres. Hasta entonces no existía nada más impenetrable en la Isla que la Sociedad Secreta Abakuá, cuna de la religión y psicología yorubas. Blanca y mujer, aportó su creatividad con profundo respeto, con objetividad y aché. Un riesgo y un acierto que hacen único el aporte artístico de Lydia Cabrera: que la producción literaria de una mujer blanca cubana, bebiera de las mismísimas raíces de la ceiba.