Lo femenino en L´Écume des Jours de Boris Vianuna visión ecocrítica
- Ángela Magdalena Romera Pintor Doktormutter
Universität der Verteidigung: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Fecha de defensa: 26 von November von 2021
- Brigitte Leguen Peres Präsidentin
- María Dolores Asensio Ferreiro Sekretärin
- Antonio González Rodríguez Vocal
Art: Dissertation
Zusammenfassung
La obra de Vian constituye un verdadero enigma por descifrar en lo referente a la profundidad de las temáticas tratadas. Este estudio ahonda en la importancia de lo femenino en la creación literaria vianesca; más concretamente en su célebre novela L’Écume des Jours (1947). La novela de Boris Vian no es solo un texto de indudable riqueza y plasticidad de un autor polifacético, símbolo de su época, un siglo XX marcado por el cambio y la contradicción. Se convierte en obra de culto para los jóvenes del 68, entre otras cuestiones, por su elogio de la juventud y el individualismo. La lectura de la obra se convierte así en un acto crítico, una llamada a “mirar dos veces” o, mejor dicho, a “volver a mirar desde otra perspectiva”. Descubrimos, de este modo, un mecanismo del que cada capa que vamos desvelando supone un nuevo “guiño”. El papel que Vian otorga a la mujer y a las figuras femeninas en esta novela es, a la vez, poliédrico y aparentemente simple. Se analiza, así, desde múltiples perspectivas, que incluyen el análisis sensorial, la onomástica, el análisis mitológico, temático, de los personajes, sociocrítico y ecocrítico, abordando temas como la muerte, la naturaleza o la trascendencia. Para lograr comprender en qué sentido la mujer es eje y motor de la acción novelesca se procede al estudio de los “personajes carcasa” y cómo éstos funcionan, al igual que los mitos, como arquetipos de la condición humana. De notable importancia son los personajes de Chloé y Alise, como estereotipos opuestos, matices de los innumerables que componen la visión caleidoscópica de la mujer. Vian procede a la destrucción de estos estereotipos femeninos. Es en el caso del personaje de Alise, inspirada en lo biográfico por la carismática Simone de Beauvoir, quien ayudará a comprender el procedimiento de “implosión”. Primero, se describe a la joven como una apetecible pin-up, reflejo de la imagen superficial del mundo femenino en la época, para pasar a dotarla de rasgos de heroína vengativa: decisión, acción y carácter. Además, este personaje es el único que encarna el individualismo, probablemente uno de los rasgos más importantes para Vian. Ella es la única que sale de la anestesia que embarga a todos los demás jóvenes, para ejercer su voluntad y llevar a cabo sus deseos, por muy destructivos que sean. Se desmonta, por último, el mito de Vian como misógino, gracias, entre otras cuestiones, al concepto que vincula la idea de naturaleza con la mujer, en una visión ecocrítica que llama a la vuelta al origen. El avance de la naturaleza al mismo tiempo que las protagonistas se dirigen hacia su final se traduce en una especie de visión ecológica-romántica que idealizaría el estado natural del ser humano. La vuelta a la tierra va a simbolizar la huida de un mundo en el que lo mecánico ha ido ganando demasiado terreno a lo humano, en una sociedad preocupada por crear máquinas para destruir la propia humanidad. Encontramos, como contrapuesto a la naturaleza y sus procesos cíclicos lógicos, una burocracia que obstaculiza al ser humano y lo lleva al absurdo más absoluto. La enfermedad/nenúfar de Chloé representa, así, una manifestación de una sociedad enferma, que se ha ido degradando, que ha ido perdiendo luz y se ha vuelto cenagosa. Chloé es el personaje catalizador de esta sociedad y es ella la que propiciará el regreso a la tierra, al seno materno, a lo primitivo. El mundo, tal y como lo conocemos, debe, para Vian, desaparecer engullido por la espiral natural, para renacer más tarde en una mayor simbiosis con la naturaleza. El progreso sin control solo lleva a la destrucción y al caos. La simplicidad y la superficialidad no son más que carcasas de una simbología más profunda. Como si de una combinación de colores se tratara, el autor nos presenta los colores primarios en sus “personajes carcasa”, que se van mezclando con las sucesivas capas de información añadida, tomada de otros textos o de nuestro propio sustrato cultural. Los matices de color se multiplican de esta forma, dotando la obra de un abanico prácticamente ilimitado, teniendo en cuenta, además, que cada lector obtendrá su propia paleta. Comprendemos, así, lo más profundo, a través de lo más superficial, lo más cálido del amor mediante la frialdad del ambiente de laboratorio. Hemos partido desde enfoques tan diversos como la onomástica, la sociocrítica, el análisis temático o la ecocrítica, entre otros, para terminar en un mismo punto. Todos los enfoques se entrelazan en esta novela-crucigrama en la que cada dato, nombre, personaje u olor nos ha transportado a otro lugar, otro tiempo, otra leyenda, por la recurrencia del autor a lo transtextual. La reinterpretación de lo femenino como concepto general se enriquece, de este modo, con el paso del tiempo, con nuevos matices que se van descubriendo. El autor parece haber previsto estas sucesivas revisiones en este mecanismo catalogado como novela, cuya primera explosión se produjo ya entre los jóvenes de mayo del 68. Presenciamos una percepción altamente romántica de la mujer, del amor y de la muerte, tres de las temáticas presentes en el autor. Este romanticismo se ve, además, reflejado en la visión de una naturaleza sanadora, contraria a la despiadada evolución del ser humano. Vian proyecta, así, un relato futurista que nunca querría presenciar, un mundo frío e inodoro que resulta contrario a su ideal de belleza, siendo lo bello, para el autor, una de las principales razones que dan sentido a la existencia. Palabras clave: Boris Vian, figuras femeninas, novela francesa del XX, ecocrítica