La réception de la culture russe par les Français et les Espagnolsanalyse sémiotique, linguistique et socioculturelle
- Marina Aragón Cobo Directora
Universidad de defensa: Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante
Fecha de defensa: 25 de enero de 2016
- Alicja Kacprzak Presidente/a
- Montserrat Planelles Iváñez Secretaria
- Wiaczeslaw Nowikow Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Hoy en día, todos y cada uno de nosotros somos testigos de la integración política y económica del mundo que nos rodea. Este último se está convirtiendo en una aldea global, es decir, una comunidad en la que la distancia se puede reducir gracias al uso no solo del transporte, sino también de los medios de comunicación impresos o electrónicos. Todo ello lleva inevitablemente a una interacción intensa de las diversas culturas entre sí. El encuentro de estas, por un lado fomenta los contactos interculturales y pluriculturales pero, por otra parte, genera tensiones, malentendidos y representaciones estereotipadas resultantes de la confrontación de identidades. Así pues, el objeto del presente proyecto es la interacción pluricultural, cuya observación y análisis permiten establecer la imagen de Rusia percibida por los franceses y los españoles. La elección de este tema se debe, ante todo, a mi motivación personal, determinada, a su vez, por mi origen bilingüe (ruso y tártaro), así como por mi estancia y actividad profesional llevada a cabo en Francia y en España durante la última década. Por otra parte, la actualidad del tema se explica por la presente situación y por el importante papel que Rusia desempeña a nivel mundial en el ámbito político, económico, cultural y social. La cultura rusa despierta un vivo interés gracias a la multiplicación de eventos de carácter académico y cultural, como, por ejemplo, “El Año Dual de Rusia en España, y de España en Rusia” celebrado en 2011 o “El Año de la Lengua Española y la Literatura en español en Rusia”, en 2015. No neguemos tampoco la movilidad activa entre Rusia, España y Francia que últimamente permite constatar un flujo turístico colosal: en los últimos cinco años, España ha sido visitada por un 1,2 y 1,6 millones de rusos, mientras que unos 65.000 disfrutan del derecho de residencia en el país. En este mismo período, Francia ha recibido entre 600.000 y 900.000 turistas rusos, y el número de residentes rusos hoy en día varía de 200.000 a 500.000. Grosso modo, el turismo ruso en estos dos países europeos evoluciona en cuatro formas: (i) turismo individual, (ii) turismo en grupo, (iii) turismo del shopping, (iv) turismo de “nuevos ricos”. De cara a otras nacionalidades, los rusos siguen siendo uno de los principales motores de la economía europea. Sin embargo, en comparación con los datos anteriores, el número de turistas españoles y franceses que intencionadamente visitan Rusia no es muy elevado e, incluso, está bajando a lo largo de los últimos años. Las ofertas turísticas rusas que atraen por excelencia a los visitantes europeos suelen ser la gastronomía y la cultura del país. Una vez llegado a Rusia, un español o un francés piensa que debe probar el vodka y los platos típicos, sentir el frío siberiano, visitar el bania (“baño ruso”) y, por qué no, asegurarse de si los osos andan por la calle. Así son algunas representaciones estables de los españoles y franceses sobre Rusia que, junto a otros estereotipos, comentarios, prejuicios y asociaciones, constituyen el marco del objeto de nuestra investigación. El fracaso de pretender conocer la cultura del Otro, entre otros factores, proviene de su recepción indirecta. Por lo tanto, nos hemos planteado la pregunta: “¿Qué caminos directos pueden llevar a una cultura meta sin que se alteren los conocimientos de sus realidades?”. Intentando dar respuesta a esta pregunta hemos titulado nuestro proyecto “La recepción de la cultura rusa por los franceses y españoles: análisis semiótico, lingüístico y sociocultural”. La estructura general del trabajo se compone de dos partes principales: La primera parte constituirá el cuadro teórico de cinco capítulos que tratarán las consideraciones teóricas, tanto de los grandes autores como de los investigadores contemporáneos de primer nivel. Como punto de partida, se estudiará la relación entre lengua, nación y cultura; se definirá la noción de competencia de comunicación y sus componentes principales, cuyo inventario sigue siendo impreciso; se hará hincapié en el componente cultural de la competencia global del individuo y se expondrán las bases de la “lengua-cultura” y de la “lexicultura”, dos fenómenos importantes para la interpretación de la lengua y de la cultura de sus nativos. Simultáneamente, se describirá el concepto de estereotipo, en función del origen psicológico y social. Nos remitiremos también a la madre de la lingüística, la semiótica, para tratar de la teoría del signo en sus manifestaciones lingüísticas y no lingüísticas, centrando la atención en la semiótica de la publicidad, arquitectura y fotografía. Para terminar, haremos huncapié en las premisas y conceptos esenciales de la semiótica no verbal y de la kinésica, con el fin de analizar posteriormente el panorama gestual en las culturas estudiadas. En la segunda parte, presentada como un cuadro práctico de seis capítulos, intentaremos volver a abordar la complejidad teórica anterior, poniendo en práctica los conceptos genéricos y específicos en el ejemplo de la cultura rusa, pero siempre en contraste con las realidades española y francesa. Para ello, ilustraremos algunas formas de la lengua determinadas por los factores externos de la dimensión social (cultura, geografía, clima) y daremos una imagen general del uso del utillaje mental de los rusos y de su comportamiento comunicativo. Asimismo, compartiremos tanto un corpus de palabras rusas capaces de movilizar los conocimientos culturales, como un dispositivo de hetero-estereotipos de los españoles y franceses respecto al mundo ruso. Consideraremos, igualmente, las imágenes visuales más representativas en los términos de los anuncios publicitarios, fotos no profesionales y códigos arquitecturales. Por último, presentaremos un esquema comparativo de los signos no verbales y focalizaremos nuestra atención en la cortesía positiva de los principales ritos de interacción pluricultural. El trabajo empieza con una introducción general y termina con una conclusión general (síntesis de los resultados obtenidos a lo largo del proyecto) y una lista de referencias bibliográficas y sitográficas estudiadas. Bien es sabido que todos los caminos llevan a Roma. Los hay también muchos para llegar a una nueva cultura: la antropología, la sociología, la historia social, la semiología y la lingüística son los marcadores más conocidos. Así pues, el presente trabajo se inserta en el marco de la sociolingüística y opta por acceder a la cultura rusa, primeramente, por medio de la lengua y su dimensión social. Con este fin, como punto de partida nos hemos ocupado de los principales problemas de la sociolingüística: en primer lugar, la percepción de los individuos según el esquema “Nosotros, los Mismos vs. Ellos, los Otros”; en segundo lugar, la relación entre lengua, nación y su cultura. El cruce de las culturas, sobre todo, desarrollado por la globalización actual, hace resaltar una de las principales necesidades del individuo, que es la búsqueda de la identidad. El Mundo no es un mundo idéntico compuesto de objetos que reciben nombres-etiquetas diferentes, sino que es una realidad moldeada por los individuos de cada cultura a su manera. La relación entre nación, su cultura y su lengua es indiscutiblemente estrecha y medible. La lengua es el reflejo y, al mismo tiempo, un modo de expresión de la cultura: primero, la lengua está marcada por la visión del mundo intrínseca de una nación determinada; segundo, la lengua produce formas (léxicas, gramaticales) que la hacen diferente de otras. Con el fin de ilustrar el vínculo entre lengua y factores externos, hemos aplicado el análisis sémico de Bernard Pottier: se trata de presentar denominaciones rusas en función del factor geográfico, climático y cultural. En concreto, hemos llevado a cabo un análisis de términos de artículos de ropa (abrigos, gorros) y calzado de invierno. La presentación del corpus lingüístico será también un intento de definir hasta qué punto las actitudes culturales de los Otros pueden ser vehiculadas por el conocimiento de los campos léxicos de la lengua no nativa. Es evidente que a la hora de descubrir una nueva lengua, se descubre una nueva cultura. Esto significa que para conocer una cultura hace falta conocer su lengua. El conocimiento quedaría incompleto sin que se tuvieran en cuenta los principales parámetros de comunicación primaria de la nueva cultura: particularidades cronémicas (i.e. relación de la nación con el concepto de tiempo) y proxémicas (i.e. relación de la nación con el concepto de espacio). Entender cómo perciben los rusos las nociones de tiempo fundamentales, así como la distancia personal y social, puede abrir a los nativos una faceta, hasta este momento invisible, de la nación rusa. En la elaboración del enfoque sociológico, nos hemos basado en las opiniones de L.-J. Calvet, J.-M. Barbéris, A. Reboullet, W. von Humboldt, E. Sapir, B.L. Whorf, A. Wierzbicka, U. Eco, E. Hall, F. Moreno Fernández, G.-D. de Salins, S. Soloviov, V. Klioutchevski, D. Likhatchov, N. Berdyaev, V. Karasik, A. Solomonik, Yu. Stepanov, M. Sánchez Puig, T. Drozdov Díez, P. Brown, S. Levinson, C. Kerbrat-Orecchioni, entre otros. Cualquier cultura está compuesta de valores rodeados de principios que se manifiestan en la práctica como normas comunicativas. Son las costumbres, opiniones, ideas, representaciones y convicciones compartidas que, junto a los estereotipos mentales y comportamientos concretos, definen la visión del mundo de la nación y su relación hacia la realidad exterior. La cultura está presente en todos los campos semánticos y se pone de manifiesto, en particular, en los sectores de tradiciones, rituales, juegos y espectáculos. Así pues, en el ejemplo de la cultura rusa, hemos abordado uno de los pozos de la memoria histórica colectiva, que es el concepto de fiesta descrito, a su vez, según sus conceptos subyacentes: aspecto cuantitativo, cronológico y tipológico, “celebración”, “invitación”, “brindis” y “flores”. Dentro de estos conceptos, los no nativos pueden descubrir los marcadores de la cortesía positiva (por ejemplo, cuándo ofrecer flores y regalos en Rusia), los marcadores estéticos (simbología de las flores), lúdicos (por ejemplo, rituales nupciales) y funcionales (por ejemplo, cómo hacer un brindis). Nuestro objetivo es, pues, demostrar que los conocimientos del comportamiento de los rusos durante diferentes fiestas pueden determinar una visión adecuada sobre la nación en general y reducir las representaciones estereotipadas y erróneas sobre ella. Entre las ciencias sociales, lingüísticas y literarias, el estereotipo sigue siendo una noción bastante difusa y difícil de contornear. Los sociólogos defienden su connotación negativa por deformar la visión del mundo y poner barreras a la interacción constructiva; los psicólogos privilegian su definición de opinión establecida y admitida sin reflexión alguna; los lingüistas lo justifican como necesidad de generalizar y categorizar el mundo. Conviene tener en cuenta las características del estereotipo, las causas de su formación, su tipología y sus funciones para comprender mejor la comunicación global de la actualidad. En cuanto a los factores externos, no hay que negar el impacto de los medios de comunicación contemporáneos, de la publicidad, del cine y de la literatura, pues son algunas de las fuentes más impregnadas de estereotipos. Según nuestras observaciones empíricas, las representaciones sobre las realidades rusas no corresponden a la verdad absoluta, lo cual frena una interacción pluricultural simétrica. Partiendo de esta primera hipótesis investigadora, hemos elaborado la base teórica de la noción de estereotipo remitiéndonos a W. Lippmann, J.-P. Leyens, B.M. Mazzara, M. Saucet, R. Amossy, A. Herschberg-Pierrot, M. Riffaterre, H. Tajfel, O. Orlova y N. Sorokina, entre otros. El lugar de referencia donde con más interés hemos focalizado especialmente nuestra atención es un inventario de estereotipos etnoculturales que persisten en la mente de los españoles y franceses en cuanto al mundo ruso. Son los más variados, tendenciosos, profundos y difíciles de erradicar. Contrastémoslos con los estereotipos sobre un producto: los individuos de una nación son más capaces de rechazar la opinión “Los Nokia son buenos” que de hacerlo con los Otros: “Los rusos/ franceses/ españoles son…”. Así, las ideas formadas con respecto a la URSS de antaño, no solo perduran en la mente de los europeos, sino también se aplican por extensión a la Rusia de hogaño. Sin embargo, el origen ambivalente de los estereotipos etnoculturales indica la presencia de representaciones no solo negativas, sino también positivas e, incluso, necesarias; lo cual activa considerablemente los procesos sociales. Destaquemos en este campo la presencia de una compilación curiosa de los estereotipos más prevalentes del mundo en el Political Map of the World Stereotypes 2014 de Yanko Tsvetkov. El corpus de estereotipos etnoculturales de los españoles y franceses sobre Rusia, con un total de treinta, nos ha permitido clasificarlos en las siguientes categorías: - objetos materiales: muñeca rusa, balalaica, samovar ruso, gorro ruso, un ruso, papirosa (cigarrillo ruso), etc.; - realidades culturales: baño ruso, danza rusa, montaña rusa, ruleta rusa, carambola rusa, pronunciación rusa, caligrafía rusa; - manifestaciones gastronómicas: ensaladilla rusa, vodka ruso, carlota rusa, filete ruso, caviar ruso, pastel ruso, etc.; - hechos históricos: Revolución rusa; - nociones filosóficas y cualidades humanas: alma rusa, oso ruso; - grupos sociales: chica rusa, mafia rusa. En el análisis de los estereotipos hemos seguido las consideraciones de Robert Galisson sobre las colocaciones, repartidas, a su vez, en término-núcleo (“ruso”) y términos-satélites, y situadas dentro del campo de lexías complejas de B. Pottier. Es el momento de fijar la segunda hipótesis de nuestro proyecto, concerniente a que la alimentación en base a estereotipos preestablecidos no lleva al no nativo a una competencia cultural eficaz en cuanto a la realidad rusa. Junto con las premisas sociológicas y la comprensión del comportamiento comunicativo de los rusos dentro de una manifestación cultural (en nuestro ejemplo, fiesta), conviene explorar otros caminos que lleven a la esencia de la cultura rusa. Es la razón por la que hemos querido profundizar la vertiente semiótica verbal (lingüística) y no verbal (códigos visuales, gástica , kinésica). Como ya hemos mencionado anteriormente, dentro del ámbito sociolingüístico, hemos privilegiado el enfoque lingüístico. Al combinarlo con el culturológico, nuestro punto de partida es el binomio “lengua-cultura” fundado por el lingüista francés y especialista en didáctica Robert Galisson. A caballo entre los siglos XX y XXI, y no sin apoyarse en sus homólogos, C. Puren y H. Meschonnic, R. Galisson planteó que la cultura se podía interpretar por medio de la lengua. Cada nación dispone de una multitud de palabras culturalmente cargadas cuyo peso no se muestra explícito en los diccionarios convencionales (no culturales), sino que se puede deducir únicamente durante la interacción. La carga de estas palabras está comúnmente compartida por los miembros de la nación dentro de la cultura corriente, ordinaria y no institucional. Aparte de las palabras con carga cultural compartida, el sistema de elementos llamados “lexiculturales” incluye palabras-maleta, palimpsestos verbales y culturales, palabras ocultantes, nombres de marcas y operaciones comportamentales y verbales. Desde la perspectiva comparativa, hemos descrito varias manifestaciones de palabras con carga cultural compartida en ruso, español y francés: - Unas pueden llevar el mismo peso cultural: chiste; - Otras pueden ausentarse en una de las tres culturas: crémaillère o arroser en español; - Otras pueden existir en las tres lenguas, pero con una carga cultural completamente inexistente en alguna de ellas: “crisantemo” en ruso; - Otras son propias de una sola cultura: vénik y “galanto” en ruso, muguet en francés, “Rasputín” en español. En lo que se refiere a otros sitios lexiculturales rusos, señalemos los más representativos: - palabras-maleta: jrushchovka, “Jrushchov + cuchitril” ; putinismo, “Putin + aforismo” ; - palabras ocultantes: “edad de Balzac” = 30-40 años; - nombres de marcas: Kaláshnikov, (cóctel) mólotov, Limusina, Gzhel, Jojloma, Stolichnaya, Stróganov; - palimpsestos verbales y culturales: Горько! cuyo equivalente en español es “¡Que se besen!”; - operaciones comportamentales y verbales: Будь здоров! equivalente a “¡Jesús!”; Ни пуха, ни пера! (lit. “ni pelo, ni pluma”) para desear buena suerte; así como también quitarse los zapatos en las casas, ceder el asiento a personas mayores en los transportes y lugares públicos, etc. Pretendemos, pues, demostrar con este criterio que las palabras / unidades fraseológicas con este criterio son los auténticos acumuladores y reveladores culturales y, por tanto, unas de las herramientas más eficaces que ayudarían al no nativo a llegar al corazón de la cultura rusa. En cuanto al enfoque semiótico, su utilización en el trabajo se debe al fenómeno de visualización de la sociedad actual, cuyos individuos presentan una clara tendencia para transformar todo tipo de información en forma visual. Un proverbio ruso dice “Más vale ver una vez que oír cien veces” y refleja el hecho de que un 80% de los individuos perciben, moldean su mente y organizan su experiencia a partir de imágenes visuales. El nivel más inferior de la percepción de la realidad está compuesto de objetos que rodean al individuo. De ahí nuestro interés por los diferentes elementos y objetos arquitecturales presentes en las tres culturas estudiadas: - Unos pueden ser comunes en aspecto formal y sustancial: ventana; - Otros son comunes en cuanto a la forma pero diferentes en cuanto a la función: balcón francés, con fines decorativos vs. balcón ruso, que puede servir de trastero; o cocina, con su función primera de lugar para cocinar vs. cocina con su función segunda de lugar para comer; - Otros son propios de una sola cultura: форточка, “ventanilla dentro de una ventana”; ставни, “contraventana con el fin de proteger del frío”; дача, “casa de campo para descanso o cultivo de verduras y frutas”, etc. Prácticamente, todos los ámbitos de la actividad humana están penetrados por la semiótica; lo cual permite analizar los sistemas de signos, describirlos e interpretarlos. Igual que los fenómenos verbales, estos sistemas poseen un peso cultural notable y, desde la perspectiva pluricultural, hacen posible hablar de desfases entre los códigos semánticos de diferentes culturas. La descodificación de los códigos depende del saber cultural del interpretante. Como ejemplo, un ruso recién llegado a un aeropuerto español y que no sepa que la insignia “Información” se refiere al nombre de un periódico local, puede dirigirse en esta dirección pensando que se trata de un punto de información. Sin duda alguna, los anuncios publicitarios, sean imágenes estáticas o en secuencia, inundan el espacio visual de los individuos. Los expedidores de los mensajes visuales no solo ofrecen al público un producto bien intencionado y motivado, sino también transmiten los valores compartidos y colectivos de una nación. Desde este punto de vista, se abre una perspectiva interesante para observar mensajes visuales vinculados a Rusia y producidos por los no nativos. Es suficiente ver las producciones publicitarias con los nombres “Siberia” (Mikado Sticks, 2011) , “Plan Vive Renault” (2011) , La Daga de Rasputín (tráiler, 2011) , entre otras, para darse cuenta una vez más de que los estereotipos sobre Rusia son una realidad auténtica y duradera en la mente de los no nativos. Simultáneamente, en el campo de la semiótica de la fotografía, se examinarán las principales peculiaridades de las fotos hechas por los rusos. Un corpus, compuesto por fotos no profesionales (turísticas, fotos amateur y selfies), está lejos de ser exhaustivo, pero tiene la intención de demostrar que las fotos constituyen el espejo de la nación. A través de ellas, se puede conocer la vida cotidiana, familiar, personal, social y cultural de los rusos, así como sus valores e intenciones de cómo quieren ser vistos por los demás. Así pues, destaquemos la tendencia de los rusos a "privatizar" sus fotos, i.e. insertar en la imagen a “Mí mismo” (“Yo, en Madrid”) o un objeto (“Mi desayuno”, “El regalo de mi marido”). En cuanto a objetos, es imposible no mencionar coches, viviendas de lujo, restaurantes, comida, ropa y accesorios como aparentes índices de prestigio para los rusos. Por otra parte, analizaremos la presencia frecuente del fondo “estratégico” de las fotos hechas por los rusos, constituido generalmente por mesa, muebles, cortinas, radiadores y tapiz. En definitiva, aparte del saber “icónico” (relacionado con los códigos visuales), la cultura rusa se deja interpretar por medio del conocimiento de su lenguaje gestual. Con este fin se realizará un análisis contrastivo de los sistemas de signos gestuales propios de las tres culturas en cuestión. La descripción tendrá en cuenta los principios de la cortesía, presentada en el trabajo como categoría comunicativa universal, cuyas estrategias comportamentales determinan el uso de unidades de comunicación tanto verbal como no verbal. Es decir, conviene saber a qué normas se someten los movimientos corporales (en particular, cara, manos y brazos) en cada cultura; de mayor importancia son los ritos de interacción, como “darse besos”, “darse la mano” y “sonreír”. La comparación del lenguaje facial y corporal de las tres culturas demuestra que: - Algunos gestos son comunes en forma y contenido: encogerse de hombros, “aproximadamente”, “¡Chócala!”; - Otros son polisémicos al nivel del contenido: la higa en español muestra a las personas infames, hace deprecio de ellas o se usa para jugar con los pequeños: “¡He pillado tu nariz!”; en francés tiene connotación sexual; en ruso transmite burla y desprecio; o la letra V formada con el índice y el corazón es victoria en francés y español, y “dos” en ruso; - Otros son polisémicos a nivel de forma: la manera de contar con los dedos (en español, se levanta primero el índice; en francés, el pulgar; en ruso se suele cerrar los dedos a partir del meñique); la señal de la cruz (para los católicos: con dos dedos juntos, que se mueven de arriba abajo y, luego, de izquierda a derecha; para los ortodoxos: con tres dedos, que se mueven de arriba abajo y, luego, de derecha a izquierda); el significado “bebido”, etc.; - Otros gestos son el privilegio de una sola cultura: “no tener dos dedos de frente” en español; tirar un pelo imaginario de la palma de una mano = “ser / estar vago” en francés; tocar el borde de su oreja o quitar de su oreja un espagueti imaginario = no creer a una persona, en ruso. Los malentendidos culturales pueden producirse no solo por el desconocimiento de la forma o del significado de un gesto, sino también de su uso diafásico (en función de los registros de la lengua) y de las normas de cortesía vigentes. Por ejemplo, en la cultura rusa, no se considera cortés ningún gesto deíctico con el índice (los objetos o las personas se indican con los dedos juntados de la mano o con un bolígrafo, lápiz, etc.); tampoco está bien visto sonarse la nariz en público. Las observaciones empíricas nos han llevado, asimismo, a abordar los conceptos de sonrisa y de beso como gestos emblemáticos importantes y ritos de interacción cotidianos. Es curioso constatar que estos se manifiestan diferentemente en las tres culturas, y son consecuencia de las normas que reinan en cada sociedad en un momento determinado. En particular, las caras no sonrientes de los rusos se explican por el hecho de que la sonrisa no es un marcador de cortesía positiva en el mundo ruso; es decir, para un ruso, ser cortés no significa sonreír, y tampoco la sonrisa le hace pensar en la cortesía y los buenos modales. Es más, la sonrisa para un ruso debe tener claras premisas emocionales (por ejemplo, afinidad con el interlocutor); si no, puede incluso llegar a interpretarse como un índice de estupidez. En cuanto al beso como rito de interacción, en particular, en el momento de su apertura o clausura, las reglas sociales que reinan en España y Francia son distintas de las de Rusia. Igual que entre los rusos no existe “la sonrisa cortés”, no se dan tampoco “los besos corteses” en las situaciones que para los españoles o franceses no resultan extrañas. Así pues, los conocimientos del funcionamiento del lenguaje no verbal pueden alejar al no nativo de malinterpretaciones interculturales y facilitar la interacción. Los fundamentos teóricos de la vertiente semiótica del trabajo se basan en los estudios de Ch. Peirce, F. de Saussure, R. Barthes, P. Bourdieu, U. Eco, C. Metz, Y. Baticle, W. Benjamin, A. Zhelnina, O. Boytsova, N. Simbirtseva, R. Birdwhistell, H. Johnson, P. Ekman, W. Friesen, D. McNeill, M. de Fornel, P. Bertocchini, E. Costanzo, G. Krejdlin, A. y B. Pease, entre otros. El objetivo general de nuestro proyecto es permitir a los no nativos alcanzar una mejor aprehensión de la cultura rusa. El hecho de abrir el horizonte sobre ésta los llevará también a una mejor comprensión de su propia realidad cultural. El conocimiento de las culturas, endógena (i.e. interna) y exógena (i.e. externa), forma parte del componente cultural de la competencia de comunicación del individuo. Su importancia en la época de globalización actual nos ha llevado al estudio de numerosos trabajos al respecto (N. Chomsky, D. Hymes, M. Canale, M. Swain, C. Bachmann, J. Lindenfeld, J. Simonin, S. Moirand, C. Kerbrat-Orecchioni, P. Charaudeau, D. Maingueneau, M. de Carlo, G.-É. Sarfati, S. Benadava, P. Bertocchini, E. Costanzo, H. Boyer, D. Jodelet, J.-C. Beacco). Asimismo, a lo largo de todo el trabajo, nuestra reflexión teórica se ha apoyado en los principios del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (2001) para tratar las nociones metodológicas esenciales. El cuadro práctico del presente proyecto profundiza el sistema de conceptos anteriormente marcados y presenta la metodología de investigación basada en el análisis de diccionarios monolingües y bilingües, de guías turísticas prestigiosas (S. Richmond et al., A. Peña et al., A. Daubenton et al.), de libros dedicados a Rusia (D. Lapierre, A. Sergueyeva), de recomendaciones prácticas para los extranjeros (A. Berkova et al., A. Perevoznikova, N. Volskaya et al.), así como de publicaciones en diferentes medios de comunicación y páginas web. De ahí que la problemática del trabajo incluya los conceptos genéricos y específicos siguientes: - Conceptos genéricos: competencia de comunicación, comportamiento comunicativo, componente cultural, lengua vs. cultura, imagen visual, semiótica no verbal, cronémica, proxémica, gástica. - Conceptos específicos: continuum léxico, cultura corriente, lexicultura, palabras con carga cultural compartida, palimpsestos verbales y culturales, palabras-maleta, palabras ocultantes, nombres de marcas, operaciones comportamentales y verbales, cortesía positiva, fiesta, celebración, invitación, brindis, flores, estereotipo, publicidad, arquitectura, foto amateur, gestualidad, sonrisa, beso. Cabe destacar que las bases epistemológicas del trabajo focalizan en particular la descripción, la reflexión analítica y la intervención. Es descriptivo y analítico por consistir en una definición tanto global como posible de las representaciones de los españoles y franceses sobre Rusia; definición establecida en base a una serie de análisis precisos. Es, además, intervencionista, por ofrecer un nuevo camino de recepción de la cultura rusa en todas sus manifestaciones. La descripción de los resultados a lo largo del trabajo nos permitía ver que la recepción de la cultura rusa por parte de los españoles y de los franceses no es del todo verosímil. Por ello, todos los acumuladores culturales (concepto de “fiesta”, sitios lexiculturales) y los estereotipos, los hemos acompañado de glosas explicativas y recuadros culturales. En comparación con los diccionarios no culturales, estos últimos suponen no solo la mención de características tipográficas, etimológicas, morfológicas y gramaticales, sino también de manifestaciones culturales de los vocablos en el seno de la cultura rusa. No obstante, todo no está descrito y explorado en lo que concierne la recepción de la cultura rusa por parte de los españoles y de los franceses. Es posible que, al menos, nuestra indagación haya podido parcialmente alcanzar sus objetivos. Sinteticemos, pues, los resultados obtenidos de los que nos hacemos eco con nuestras hipótesis de partida y que se resumen en los puntos siguientes: - “Todos los caminos llevan a Moscú”. Así es un palimpsesto que hemos formado para demostrar que el acceso a la cultura rusa no se determina solamente por la lengua. Uno de los caminos por excelencia es lingüístico y, a la vez, cultural. La descripción del corpus de lexicultura rusa ha dejado entrever las particularidades importantes de algunos de sus elementos que no están explícitas en los diccionarios convencionales franceses-rusos o españoles-rusos. Con todo ello, nuestro propósito no es hacer creer que sea más fácil o más eficaz entrar en la cultura rusa por la lengua. La cultura rusa dentro de la lengua y la cultura rusa fuera de la lengua forman una entidad donde el no nativo puede siempre encontrar su camino de acceso: dirigiéndose de los hechos a las ideas, o de las ideas a los hechos, pero siempre y cuando las ideas correspondan a las realidades endógenas. Por ello, hemos querido demostrar que, además de las formas lingüísticas culturalmente connotadas, las manifestaciones rituales del comportamiento comunicativo de los rusos puede abrir a los no nativos un camino hacia la comprensión de las evidencias invisibles de la nación. El conocimiento de la concepción de las fiestas en Rusia, así como de los ritos de interacción vinculados a estas, pueden construir progresivamente la competencia cultural de los no nativos. La reflexión sobre las premisas cronémicas y proxémicas dentro de la cultura rusa y las normas de la cortesía positiva y negativa reducirían igualmente un posible desconocimiento de las realidades rusas por parte de los extranjeros. - Es posible abordar la cultura rusa desde diferentes vectores que se determinan por el oído (el discurso en sí), la vista (imágenes visuales, lenguaje gestual) y el gusto (las funciones comunicativas de la comida y el papel cultural de las sensaciones gastronómicas). Por esta razón, hemos hecho hincapié en el carácter no material de la lengua (semiótica no verbal). - Teniendo en cuenta factores como la distancia geográfica, la falta de competencia cultural, la aprehensión indirecta y la influencia de los medios de comunicación, el carácter de las representaciones sobre Rusia que circulan en los discursos ordinarios de los españoles y franceses suele ser semiverdadero o semifalso. Aunque hayamos intentado reequilibrar un sistema entero que es un campo de información compuesto de estereotipos sobre Rusia, quisiéramos subrayar que en ningún momento pretendíamos ser drásticos. En la interpretación de los elementos del corpus, nos dábamos cuenta tanto de la relatividad de la información analizada y ofrecida, como de las particularidades individuales de los receptores de la cultura rusa, las nuestras inclusive. Al mismo tiempo, hemos de reconocer el carácter inestable de los elementos del corpus, visto que la cultura es un conjunto diverso y complejo en constante evolución. - La “alimentación comunicativa” en base a un dispositivo de estereotipos relacionados con Rusia no es eficaz. Por un lado, confirmamos el estereotipo como realidad indiscutible y auténtica en la comunicación pluricultural, dado que es la mejor manera de pretender conocer la cultura rusa y de autoidentificarse de cara a ella. Por otro lado, debemos señalar que el estereotipo, por su naturaleza psicológica y emocional, es considerablemente inferior al conocimiento de formas lingüísticas, semióticas y normas comunicativas compartidas comúnmente por los rusos. El contexto de los puntos expuestos ut supra supone, asimismo, que no nos gustaría parecer exhaustivos en nuestra contribución. Los resultados obtenidos conciernen un corpus limitado que, a su vez, podría ampliarse para disponer de datos más representativos. Mientras tanto, llamamos la atención del lector hacia el uso frecuente de la palabra “diferencia” y sus sinónimos empleados a lo largo del trabajo. Probablemente, el presente trabajo sea uno de los intentos, aún poco numerosos hoy en día, emprendidos por los investigadores rusos residentes en España que narren en francés cómo su propia cultura se percibe en España y Francia. Por consiguiente, el terreno del proyecto marca una perspectiva prometedora para las líneas de una indagación ulterior: (i) concentración en un campo de investigación más específico: léxico cultural, palabras-maleta, foto amateur, didáctica del léxico, etc.), visto que el trabajo ha seguido el enfoque sociolingüístico, algo, acaso, sintético; (ii) elaboración de un diccionario cultural ruso-francés o ruso-español; (iii) determinación de otros caminos de acceso a una cultura meta. Esta apertura final podría también ir acompañada de una investigación más profunda (otras lecturas, relecturas, observaciones continuas y más amplias, etc.). Gracias a mi pertenencia a dos culturas de origen y a mi inmersión en dos culturas europeas, puedo decir que es más fácil hablar una lengua extranjera sin acento que hablar una cultura extranjera sin acento. Hay muchos casos que ponen de manifiesto tanto la pertenencia a una cultura externa como el contraste entre las culturas diferentes. Con referencia al párrafo anterior, quisiera decir que soy consciente de haber podido cometer algunos errores e interferencias del ruso y del español en el francés. Pidiendo disculpas por ello, espero sinceramente que estos no alteren la secuencia substancial del trabajo. A modo de conclusión, este proyecto me ha ayudado a no sentirme nunca más vulnerable ante los prejuicios que circulan en el entorno que me rodea. Al término del trabajo, me considero más preparada y formada para establecer el vínculo entre una idea preconcebida del no nativo y el cauce de su origen; disponiendo de este modo de más competencia a la hora de aclarárselo. En resumidas cuentas, nos gustaría esperar que el presente trabajo enriqueciese la competencia cultural de los españoles y franceses para con las realidades rusas y llevase a una interacción pluricultural más simétrica.