El relato detectivesco en Francia en la estela de Edgar Allan Poe: El "Roman policier" desde sus inicios hasta la "Belle Époque" (períodos, tipología, y análisis de textos)

  1. Arnedo Villaescusa, María del Carmen
Dirigida per:
  1. Soledad Díaz Alarcón Directora
  2. Ángeles García Calderón Director/a

Universitat de defensa: Universidad de Córdoba (ESP)

Fecha de defensa: 15 de de gener de 2016

Tribunal:
  1. Ignacio Ahumada Lara President/a
  2. Juan de Dios Torralbo Caballero Secretari/ària
  3. José Manuel Oliver Frade Vocal

Tipus: Tesi

Resum

La presente Tesis doctoral estudia el nacimiento de la novela de detectives, así como de su posterior desarrollo en Francia, con el nombre o acuñación de “roman policier”. Es curiosa la constatación de que aunque sea un invento europeo su precursor iba a ser un autor de Estados Unidos, pues lo que se denomina “crime fiction” y que comienza a ser considerado como un género serio hacia 1900, despunta ya más de medio siglo antes con la obra más tempranera del “crime novel”: The Murder of Machine Operator Rolfsen del noruego Norwegian Mauritz Hansen, publicada en 1839, aunque mucho más desconocida que los trabajos del verdadero iniciador de este tipo de relatos: Edgar Allan Poe y sus The Murders in the Rue Morgue (1841), The Mystery of Marie Roget (1842) y The Purloined Letter (1844). El escritor norteamericano utilizó el recurso al misterio y al terror para escribir relatos en los que ocurre una acción criminal llena de misterio, como un problema que ha de ser explicado racionalmente por parte del detective protagonista. Sus tres relatos son arquetipos del género policíaco, y en ellos el “detective personaje” C. Auguste Dupin aplica su excepcional aptitud de razonamiento para resolver un misterio. En Francia la cuestión comienza realmente con Émile Gaboriau (1832-1873), a quien se considera el padre de la novela policial del país galo. Gaboriau es un típico representante de la llamada novela folletinesca, es decir la novela que, en vez de editarse en un libro, se publicaba periódicamente por episodios en los diarios de París, modalidad muy en boga a partir de la segunda mitad del siglo XIX (por un lado estaba la novela culta, editada en libros y destinada a una mayor perdurabilidad, por otro la novela que aparecía por entregas, en papel de diario; el objetivo de estas últimas era sobre todo mantener la ansiedad del lector de un episodio hasta el otro, con lo cual se alargaba casi indefinidamente la trama de la novela porque ello implicaba también beneficios económicos para el autor. Surgía así una novela extensa, de estructura episódica y donde la acción y la aventura eran el clima dominante que impregnaba el argumento. Es importante en Gaboriau la creación de su protagonista “Monsieur Lecoq”, policía parisino, que aparecerá en L’affaire Lerouge (1863), El expediente 113 (1867) y otros folletines, tomando como modelos al real Vidocq1 y al ficticio Dupin, de Poe. Lecoq tiene no sólo la misma terminología que el legendario Vidoq, sino sus mismos métodos: al igual que él, se disfraza, observa y reúne pruebas; llega a la pista correcta luego de haber seguido distintos caminos erróneos. En sus relatos hay pasiones, situaciones equívocas y cierta moralidad: la virtud y la verdad se imponen, aunque tengan que seguir sendas tortuosas. Pero hay aún más analogías: como Vidocq, también Lecoq es un antiguo delincuente reconciliado con las leyes, por utilizar la expresión de Gaboriau en L’affaire Lerouge. Parece ser que Gaboriau leyó la traducción francesa que hizo Baudelaire de Poe, y la figura del detective Dupin terminó siendo algo esencial en la conformación del policía Lecoq, al menos en cuanto a que, tanto éste como aquél resultaron verdaderos adictos a la resolución científica de los enigmas policiales. Así, si en la tradición anglosajona encontramos sobre todo detectives, en la francesa nos topamos con policías; es decir, sabuesos pagados por el Estado (y además ex-delincuentes). Con “Monsieur Lecoq” quedaba, en fin, identificado el nuevo héroe de la novela folletinesca policial en Francia, y desde ese momento surgirán otros nuevos autores con sus nuevos héroes, aunque las bases ya están sentadas.