La noción de evidencia en la escritura de francis ponge. Análisis de la relación entre textualidad y visualidad desde una perspectiva retórica
- Cordero Cortés, Julio Rodrigo
- Lourdes Carriedo López Directora
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 02 de febrero de 2018
- Francisco Javier del Prado Biezma Presidente
- Eugenia Popeanga Chelaru Secretario/a
- Patricia Martínez García Vocal
- María Badiola Dorronsoro Vocal
- Encarnación Medina Arjona Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Esta investigación propone una lectura de la obra de Francis Ponge a partir de la operación de la figura retórica de la evidencia (en griego, enárgeia). Su objetivo es determinar el significado y el alcance de dicha operación, de acuerdo a la premisa de que la noción de evidencia desempeña un papel clave en la escritura pongeana por cuanto se sitúa en la base de su interés por la pintura y, en general, por la visualidad. En particular, la tesis plantea que la escritura pongeana implica una transformación de la antigua figura retórica de la evidencia, cuyo dar a ver ya no busca producir una imagen mental en la imaginación del receptor, sino que concede una importancia crucial al trabajo ejercido sobre el medio material de la palabra en la restitución de la presencia sensible del objeto de emoción. La retórica antigua entendió la noción de evidencia como un mecanismo verbal de visualización muy específico mediante el cual el orador hacía aparecer un objeto o una acción ante la imaginación del receptor de una manera tan vívida que este último asumía la condición de un testigo ocular o presencial de ese objeto o de esa acción. Ese carácter visual explica por qué la noción de evidencia fue considerada como la piedra de toque para la comparación entre la pintura y la poesía, en una tradición que terminó por organizarse en un cuerpo de doctrina según el cual la pintura y la poesía establecían entre sí un conjunto de oposiciones binarias: artes temporales y artes espaciales, signos arbitrarios y signos motivados, secuencialidad y simultaneidad, movimiento y estasis, carácter mediado y carácter inmediato, elocuencia y mutismo, legible y visible, etc. Siguiendo la argumentación propuesta por W.J.T. Mitchell, esta investigación plantea que la escritura pongeana pone en escena y problematiza esas oposiciones, porque la complejidad de la postura que asume frente a la imagen y frente a la palabra no se resuelve en un cuadro fijo de oposiciones sino que, en una suerte de dialéctica inestable o de rizo, esa escritura introduce continuamente un elemento desestabilizador apenas parece haber establecido entre ellas una analogía o una comparación. En este sentido, la tesis propone que el lugar de privilegio que Francis Ponge concede a la escritura en el plano de una jerarquía entre las artes solo puede comprenderse a partir de la reflexión que esa misma escritura plantea acerca de la práctica de la pintura moderna, a la vez que por la reflexión que los artistas desarrollaron acerca de su propia práctica como proceso que problematiza el estatuto de la pintura entendida como ilusión de la realidad. Por esta razón, se puede afirmar que la noción de evidencia, tal como la entiende Ponge, no pretende representar la imagen mental de un objeto sensible ante la imaginación del receptor, sino que presentar de manera sensible el proceso textual de su producción, asumiendo los obstáculos con los que se encuentra al intentar cumplir ese objetivo, e incluso, la imposibilidad de alcanzarlo, con lo cual la noción de evidencia adopta el carácter dinámico de un dar a ver que se muestra él mismo en el acto de su realización. Esta transformación no solo permite comprender la tensión que la escritura pongeana establece entre la composición de textos cerrados, definitivos o perfectos y la composición de textos abiertos, inacabados o imperfectos, sino también la tensión que esa escritura establece entre su voluntad de ofrecerse como una representación de la realidad y su voluntad de plantearse como un objeto material que forma parte de esa realidad. De este modo, el uso pongeano de la noción de evidencia no solo integra la participación de otros sentidos corporales en el intento de restituir una experiencia que se revela como multisensorial, sino que retoma a su manera un aspecto central de la reflexión retórica antigua, y que consiste en la propuesta de un vínculo estrecho entre el arte y la realidad.